Luego de recorrer varias playas,
nos encontramos en un descanso,
intentamos avizorar la siguiente.
A pesar de los estímulos,
no parece esclarecerse el panorama
y, sobre todo, lo más faltante,
que cuerpo y alma se orienten
en la ruta elegida.
Descanso penoso, adolorido,
que ni el verano claro y caliente acaba.
Los años pasados son pesados,
las arenas se sienten frías,
merma el cuerpo, se abate el alma.
Queda un resquicio de esperanza,
para que cuerpo y alma vuelvan
con fuerza a quienes recorriendo playas,
optan por un descanso,
antes de emprender lento o rápido
la ruta elegida.
Desaparecer el frío,
de las arenas de nuestras vidas,
parece un consejo, un alcance.
Dochanlu.
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