Felicidades, mi estimada vecindad.
Ojalá en los corazones existiera
un gramo de cariño,
que no sea caritativo,
por el contrario, muy emotivo.
El tiempo corre,
y no hay en tu existencia,
nada que muestre ese gramo
que puede acumularse al de otros,
aunque no sea un par de nosotros.
No es un pedido singular,
es uno a nombre de todos,
no me digas que te tienen
hasta los codos,
con la misma cantaleta
sea o no de un atleta.
Vecindad, vecindad,
hay que dar y recibir felicidad.
Un poco de amabilidad,
vencer la susceptibilidad,
cambiar la cara larga
por una muestra de afectividad,
es una grande necesidad,
en estos tiempos de inseguridad
y de remarcable desconfiabilidad.
Dochanlu.
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