En medio de un invierno poco luminoso, más friolento en su segundo mes de recorrido, perseguir nuevas experiencias pueden servir para romper la monotonía, despertar, avanzar a mejores perspectivas,acometer y tomar decisiones felices, acaso divertidas, bastante movidas.
Así como las resolanas de medio día no puede llamarnos a engaño, voces de advertencia más parecen cada ve con mayor claridad, voces interesadas para que la población coja no solamente frío sino un miedo creciente.
Voces programadas pretenden todo prevenir,
acaso en el límite, todo evitar.
Tratándose del agua no en balde ni en bidones,
sino en grandes proporciones,
son palabras nada sensatas.
Bien sabemos que hasta un poco de agua
derramada sobre un piso no trae ningún beneficio
por el contrario ,más de un perjuicio.
Felizmente ya empiezan a dudar
los expertos del fenómeno del Niño,
quienes admiten que el agua de mar no está caliente.
Como explicar sino, la pesca interesante de anchoveta,
el frío cada vez más intenso,
que a la mala, ha reparado el termómetro
que curiosamente se había parado en grados veinte,
curiosidad que había alertado a más de un valiente.
Que hay que ordenar la casa, limpiar malezas de los ríos,
no resulta novedad por las lluvias y huaycos de siempre,
que suceden pasadas las navidades.
Pero de allí a querer parar el fortísimo Niño,
es hablar con mucha temeridad.
Con optimismo decimos que el famoso Niño está frío,
y por tanto, la que baila contenta es la Niña.
Dochanlu.
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