jueves, 14 de agosto de 2014

RETORNO MISTERIOSO.


Surca un avión el cielo limeño, en una tarde más sombría que fría, mientras que los trabajadores manejan máquinas ruidosas en la cercanía y la gente mayor descansa.

Los pajarillos siguen rondando los jardines, en los que trabajar no representa sino mayor enfriamiento. Tal es la frialdad de este día.

El día anterior hubo mayor movimiento, hoy en cambio el ritmo es más lento. Así se suceden los días, unos con actividad marcada y otros, mucho más tranquilos.

La intranquilidad va por dentro, porque aparte de los clásicos temores a una buena remecida telúrica,
surgen los avatares por cuadrar números y financiar el pago de deudas, aparte de los consabidos problemas de salud, carencias que amenazan con volverse eternas, esperanzas que se esfuman, temores que se acrecientan, enfriamientos que se suceden, desavenencias que surgen y se mantienen firmes en el desenvolvimiento de nuestras vidas.

Un avance por acá, otro por allá, pequeñas cosas que tranquilizan y dan sensación de avanzar.

Escribir algo es tarea porfiada que se persigue en toda la semana, aparte de otras con mayor o dificultad, que exigen ritmo y paciencia.

Y el factor de inspiración luego de esta introducción, hay que buscarlo con mucha dedicación.

Un retorno es siempre bienvenido.

La ausencia alimenta conjeturas,
que es necesario aclarar
aunque muchas veces
ninguna respuesta se nos vaya a dar.

Una prueba de retorno,
tal vez sea solamente una voz,
que se escucha por el entorno
en mayor o menor tono.

Que rareza esperar un retorno,
sobre quien se  desconoce casi todo,
quizás se produzca un acomodo,y
torne la oscuridad en alguna claridad
no exenta de felicidad.

Tiempo al tiempo,
que el retorno clarificado
signifique de todo,
menos un pasatiempo.


Dochanlu.



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