Luz y obscuridad forman parte de la existencia humana.
Avanzando en el día,
llega la tarde y con ella la penumbra.
Siendo las seis aún se divisa el nublado,
unos minutos más, y el velo de la noche
queda totalmente mostrado.
En el día, por más sombras y obscuridades,
prevalece sin duda alguna la luz.
En la noche por más luces y lucecillas,
de postes, vehículos y focos caseros,
reina la inmensa obscuridad.
Una y otra felizmente se suceden sin cesar,
no se sabe si después de un tiempo,
alguna de las dos llegue a dominar.
Así sucede en le correr de nuestras vicisitudes,
brillan de todas maneras nuestras virtudes;
y como de errores, faltas y algo más,
nadie puede librarse y de perfecciones , ufanarse,
transparentes resultan todas las alfombras,
ni unos ni otras pueden ocultarse.
Dochanlu.
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