martes, 10 de enero de 2012

EDIFICIOS SILBADORES.

En este día veraniego, la inspiración toma en cuenta los silbidos que a diario se escuchan provenientes de los constructores de edificios cercanos.

Y aunque una parte de ellos parecen ser "claves" que sus compañeros de labor conocen a la perfección.la mayor cantidad de los silbidos,van dirigidos a las féminas que más o menos afortunadas despiertan en los constructores esos silbidos llenos de emoción.

Un cuento lo he imaginado en base a esos silbidos.

Esta es la historia de Tirifilo, constructor experimentado , alegre y bullangero, de los que no se le escapa una de las muchas ocasiones, que la vida colocó delante de una atractiva dama transeúnte.

Señor de las alturas, iba armando con sus colegas, muros, columnas y demás características de los edificios que poco a poco se iban acumulando en el lugar.

Desde su especial ubicación, cada vez en más elevada altura, TIRIFILO por donde volteaba la mirada en el descanso de sus aérea tarea, ubicaba sin ninguna dificultad a una damisela que transitaba por alguna de las calles vecinas.

Silbido por aquí,silbido por allá era su entretenimiento ayudado por su visión privilegiada que competía con cualquier ave dueña de excelente vista.

De los gustos y preferencias , no se pudo conocer mucho, ya que Tirifilo era poco adepto a contar sus especiales visiones contadas por decenas, piso a piso iba avanzando el edificio, y sus silbidos sobre distintos puntos se iban acumulando sin cesar.

No es que trabajara menos que silbar, sino que su entretenimiento era notorio para todos los vecinos del lugar.

Tirifilo , es el personaje de este cuento que tiene poco que contar, salvo la experiencia final en la que su existencia toca su límite, no por viejo ni enfermo mucho menos por hablador sino por Silbador.

Tirifilo tuvo la poca fortuna de encontrar una dama espectacular, una muestra creativa que jamás sus ojos vieron ni en sueños, ni en películas ni en papel alguno que su vista recorrió, mucho menos en caminata alguna.

En un verano rabioso, los pantaloncitos cortos, demasiado cortos,,la blusita ligera, el andar cadencioso, la sonrisa más que alegre, las protuberencias altas y medias más que sobresalientes.
hicieron de TIRIFILO, apelar a todo menos a su poder de sobrevivencia, a su estabilidad a la tabla que clavaba para armar un muro más del edificio , de repente a algún recurso salvador.

Hubo de producirse lo que todos pueden imaginar , y tuvo TIRIFILO,la fortuna postrera de caer cerca de la dama que a a la otra vida lo hubo de enviar.

Su gesto final fue espectacular, y su último suspiro fue el que provocó el último silbido de Tirifilo.

Había llegado a su final, justo cumpliendo el viejo dicho: "Todos mueren en su propia ley".

Quedo hecho trizas Tirifilo,y felizmente la damisela en un salto felino salvó de ver su hermosura
con el cuerpo de Tirifilo, tropezar.

Queda la últimas líneas para sugerir a todo constructor de pisos elevados , que poca atención le den a las calles mucho menos a los encantos que transitan por doquier, ya que un descuido o un silbido, pueden ser lo último de sus vidas.

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